Hace calor, las tinieblas son interrumpidas por continuos destellos , verdes, rojos y azules, mi estómago me incomoda, demasiado mayonesa, me digo a mi mismo,
recién es medianoche, a las 2 debo empezar mi trabajo arriba de un escenario, suena gracioso. Estoy lejos, la muchedumbre intenta olvidarse de sus problemas y le cuesta, la soledad que nunca me abandona , me trae recuerdos, necesidades, pasan frente a mí, dulces recuerdos borrosos, reconstruídos, me dan ganas de echarme un trago, pero estoy por trabajo, si estoy por trabajo, me siento solo apezar de la companía de Mirian y Roberto. Mirian me dice algo como de tomar un fernet, la miro a los ojos y le digo que sí. los ensordecedores enganchados, no paran jamas.
Luego de una hora ya bebí lo suficiente como para estar mas entero, empiezo a descender del escenario varias veces, mi vejiga se pone insoportable, en los baños los orinantes despliegan bronca, mezclada con una enmascarada alegría, se insultan algunos, que ya estan mas que colocados, salgo de allí, urgente, vuelvo al escenario, Mirian ya compró mas fernet, y la tranquilidad me invade, es hora de echar a andar la maquina para entretener a todo el gentío enfermo de revancha y alcohol.
Dos horas de tirar espuma, esa gran boca que arroja como vómito su pegajoso líquido sobre los heridos bailarines, que de alguna manera ya se olvidaron de sus problemas.
Al finalizar todo, desarmo y me voy. Mi mente tranquila me dice: ya trabajaste.